Terminé la carrera en junio de 2007 y en julio de ese mismo año tuve la suerte de empezar a trabajar en una Escuela Infantil. Allí tuve mis primeras experiencias reales (en mi opinión las prácticas no tienen nada que ver con enfrentarte y disfrutar a la vez de un aula) con niños de
A partir de ahí, empecé a trabajar en un colegio de nueva apertura, lo cual era un reto bastante tentador para mí, pero con las inseguridades que se presentan al tomar este tipo de decisiones. No olvidaré la sensación que tuve al entrar en mi clase y ver la mesa de profesora, la pizarra, las guías didácticas (que al final te guían muy poco) y todos los materiales y pensé: aquí empieza todo, ahora sí soy una profesora de verdad. ¡Nada que ver con la realidad!, pero era la emoción del momento.
Llevó tres años en el colegio. Empecé con los niños de tres años y he ido pasando curso con ellos, muchos de ellos son los mismos que ya tenía en
Supongo que quise ser maestra por gusto y ahora intento serlo porque es lo que me hace feliz, no encuentro más razones, soy consciente de que plantea muchas dificultades, que hay días buenos y otros que no lo son tanto, que los padres de los alumnos a veces te complican la existencia..., pero hasta el momento lo bueno ha compensado estas cosas, creo que si algún día esto deja de ocurrir, entonces tendré que plantearme mi profesión. ¡Espero que ese día no llegue nunca!
Como he leído en una de las lecturas recomendadas: Ser profesor y dirigir profesores en tiempos de cambio. (L.Bazarra, O.Casanova, J.García Ugarte), para que seduzcamos como profesores y comuniquemos rigor, pasión, entusiasmo, los primeros que tenemos que estar persuadidos y seducidos por la vida, somos nosotros mismos. Tanto en el dolor como en la alegría de estar vivos.
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